Reforma Educacional de 1990

     La Reforma Educacional de 1990 busca mejorar y modificar los cambios instaurados en el Régimen Militar. Durante la década del 90 se incorporan diversos programas  tipo social que se centraron en los colegios –primeramente- y liceos de bajos recursos con tal de potenciarlos. También, se aumenta la cobertura total en ayudas estudiantiles en los diversos ámbitos como salud, alimentación, atención dental y materiales de trabajo. Se redefine el status del docente, volviendo a su condición protegida públicamente que tenía antes de los tiempos de la dictadura, pero a diferencia que ahora ésta era a través del “Colegio de Profesores”.
      Durante el 1994 -1995, si incorporó el Programa Mece para la enseñanza media, el cual parte por los bajos resultados en las pruebas nacionales, demasiada repitencia, deserción, abandono escolar, tasa de éxito oportuno de 5,3 años, baja eficiencia externa; también se amplió el proyecto de informática educativa.
 
Se crea La Jornada Escolar Completa (JEC) y La Reforma Curricular. La Jornada escolar completa en un principio sólo se da en los colegios de la zona urbana pero poco a poco fue llegando a los colegios rurales. Extiende el tiempo escolar de alumnos, profesores y directivos, se amplían por tanto las oportunidades o espacios en el que los niños y niñas pueden aprender. Por otro lado La Reforma Curricular: La necesidad de un nuevo currículo emana de dos fuentes distintas. Esta Reforma al currículum trata temas como, las Relaciones de control,  orientación descentralizadora, cada establecimiento puede establecer sus propios proyectos educativos; Las características de su arquitectura mayor o estructura, organización de niveles. El año 2003 la Enseñanza Media fue obligatoria y por último su organización, espacios curriculares determinados dentro de tal aula. Agrupación de materias, contenidos, actividades, destrezas y competencias, junto con cambios en contenidos.
 
     Aún así Chile, hoy en día, sigue sin contar con políticas educacionales en sí. Los gobiernos se han preocupado más de la parte económica de la implementación de esta reforma,  evidenciada en el modo de destinar los recursos, más que de la forma en que se imparte la enseñanza que debiese ser lo primordial. Si bien tienen referencias claras de lo que sucede dentro del aula, éstas no se analizan y mucho menos se busca mejorarlas. Lo que los gobiernos buscan es lograr resultados tangibles, medibles e inmediatos que suban al país de categoría en comparación con sus pares americanos.
      Si bien la reforma buscaba generar sujetos reflexivos y aptos para ingresar al campo laboral, esto no se logra porque no hay una preocupación por conocer los procesos que ocurren en el aula. Se habla de una reforma de carácter constructivista, pero observamos que en la década del ‘90 y a inicios de segundo milenio la pedagogía imperante en nuestras salas de clases es de tipo conductista. Se trabaja en los nuevos currículos, material de trabajo, mejora de la infraestructura, pero sólo con tan solo la implementación de estas, no se mejora la educación. Entonces se puede decir que es necesario solucionar los problemas o fisuras del sistema educacional, desde dentro.

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